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Núm. 122
Categoria: JUVENALIA

DESPEDIDA

Adiós, María Luisa,
lozana flor, encanto sugestivo
de mis primeros, soñadores años.
Era yo entonces un doncel altivo,
tú, una princesa, y era tu sonrisa
miel en la herida de mis desengaños.
La vida me empujó sobre el tablero
de la maledicencia.
Ya, ¿para qué luchar?
Yo, era un don nadie; nunca un caballero
y fue difícil notar la diferencia;
era mejor correr otro sendero
y no hacer sombra, ni poderte amar.
<<0>>
Desprecios, inquietudes y rivales...
Todo lo tuve, todo lo he sufrido.
Sólo me queda la emoción sublime
de tus ojos azules, celestiales.
A veces pienso cuánto te he querido
y es recuerdo y argolla que me oprime.
Solloza mi garganta y es su angustia
último esfuerzo en la final derrota,
perfume, sensación de una flor mustia,
que va mostrando tengo el alma rota.
<<0>>
Cuando en la noche eterna de mi suerte
sienta el frío mortal de lo pasado,
como una despedida hacia la muerte
y la suave emoción de haberte amado,
recordaré tu voz y aquel camino
que tantas veces recorrí a tu lado.
Recordaré...
Hoy tengo prisa, demasiada prisa.
¡Es tan lejos el fin de mi destino!
¡Adiós, María Luisa!

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2006-2024 © José María Zandueta Munárriz.